Ocho kilómetros de odisea en la Laguna
Los turistas asumen con resignación el cierre de la carretera y muchos desisten de ‘coronar’
El acceso al tráfico a la Laguna Negra seguía cerrado en la mañana de ayer. Se podía subir, sí, pero tras seis kilómetros a pie por la carretera recién despejada por las quitanieves y otros dos kilómetros con espesores de alrededor de un metro y zonas de hielo. Toda una odisea para alcanzar uno de los espacios naturales más visitados de Castilla y León en plena campaña turística.
Con los principales caladeros de turistas (País Vasco, Madrid y Cataluña) con vacaciones, numerosos turistas ocuparon el pequeño aparcamiento habilitado por los agentes medioambientales. Allí los profesionales advertían a los visitantes de la situación, y es que alcanzar la cima no era apto para todos los públicos y menos aún para las numerosas familias con niños.
Unos se lo tomaron con resignación y se dieron la vuelta; otros optaron por subir a pie hasta donde fuese razonablemente seguro para aprovechar la buena mañana; y los más preparados llegaron hasta el paraje, eso sí, no sin ciertas dificultades. No obstante, la imagen en la Laguna propiamente dicha evidenciaba que el cierre del acceso había mermado y mucho las visitas respecto a otras épocas.
Por ejemplo una familia de El Burgo de Osma consideraba «mejor» que se avisase si la situación arriba estaba complicada. Ya estaban avisados de que en los últimos dos kilómetros había placas de hielo, así que en el propio aparcamiento decidían si ir primero a Vinuesa y después al embalse o viceversa.
Otra familia, esta venida de Barcelona explicó que «ha coincido que bajaba un guarda del bosque y nos ha comentado que estaba cortado desde aquí, que había nieve y no lo habían limpiado. De aquí a allí hay kilómetros y con críos es demasiado». Se quedaron algo «chafados, pero como veníamos con ganas de subir lo intentaremos. Depende de los críos y hasta donde lleguemos», apuntó el padre.
La madre, por su parte, se mostraba prudente sobre el cierre. «Cuando lleguemos veremos si es demasiada precaución, es por seguridad, se podría haber evitado… pero siendo una atracción turística creo que podría estar en condiciones para poder subir».
También desde Guipúzcoa llegaban turistas, que apuntaban que el cierre «supongo que lo habrían hecho por bien. Si estuviera abierto mejor. Iremos hasta donde podamos. Entiendo que si no han podido» abrirlo «es precisamente porque no se puede. Así volvemos otra vez», bromeaban. Eso sí, «me llama mucho la atención porque allí cuando nieva se va enseguida, en dos días», mientras que aquí en las cotas altas había una buena capa.
Ya en la barrera, los más osados bajaban de la Laguna tras algo más de tres horas de camino entre los ocho kilómetros de subida y los dos más complicados de bajada. Un joven barcelonés pero descendiente de Aliud guiaba a dos amigos por la provincia. «Hasta metro y medio de nieve» encontraron en su camino, con las barandillas ocultas bajo la capa blanca y dos o tres resbalones por el hielo. «Nos parece un poco mal que no lo previeran para Semana Santa, por lo menos para poder subir hasta aquí (la barrera) con el coche. Pero es una experiencia más lo de subir hasta arriba con nieve». Una de las jóvenes barcelonesas detallaba que «estaba congelada y nevada, la verdad es que muy bonito. Ha valido la pena».
En el último tramo de ascensión habían encontrado incluso «a unos chicos que querían subir hasta el pico de Urbión, pero iban preparados para el alpinismo», así que hubo quien le encontró incluso mayor encanto. No obstante «yo me he hundido hasta la rodilla, para subir con niños mal».
Otro grupo llegaba a la barrera, donde comenzaban las complicaciones, y decidía finalizar el camino debido al calzado deportivo de las más jóvenes. Madrileños aunque vinculados a la provincia, «podían habernos dejado subir hasta aquí. Pero a mi no me parece mal» el corte. Con seis kilómetros ya en las piernas la mujer planteaba con una sonrisa que «podrían invertir unos euros y tener a partir de aquí un todoterreno, un servicio para llevarte hasta arriba». No obstante rápidamente le replicaron entre risas que «cuando yo era pequeño había que subir igual andando».
Así, en general, la resignación era la tónica dominante. No obstante abajo los agentes encargados de atender a los visitantes comentaban el caso de un visitante que exigió que le subiesen en todoterreno porque para eso pagaba impuestos. Tal cual. Mientras aconsejaban a los turistas sobre el recorrido, sus dificultades y la necesidad de ir bien equipados, las quitanieves seguían abriendo camino. Los aparcamientos son otra cuestión, y es que al ser de tierra siguen impracticables. «Un embudo» si se les dejase subir por la falta de sitio hasta para dar media vuelta.
Numerosos hosteleros de la zona se mostraron molestos por lo que consideraron una falta de previsión para poder aprovechar este recurso turístico en unas fechas tan señaladas. Uno de los más críticos era el concesionario del pequeño establecimiento junto a la barrera, el más cercano a la Laguna. «Cerrado por seguridad, dicen. No hay un punto de Cruz Roja, no hay una ambulancia, no hay acceso, no hay teléfono, no hay cobertura, no se puede llamar al 112, no hay nada relacionado con la seguridad. Nada», criticó duramente. Como ejemplo recordó un fallecimiento repentino en abril de 2017 en el que para que la jueza pudiese levantar el cuerpo hubo que movilizar dos quitanieves. «Que no ayuden, pero por lo menos que no jodan».
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